¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros realizados entre ustedes se hubieran hecho en Tiro y Sidón, hace tiempo habrían hecho penitencia vistiéndose humildemente y sentándose sobre cenizas. Y así, el juicio será más llevadero para Tiro y Sidón que para ustedes.
Y tú, Cafarnaún, ¿pretendes encumbrarte hasta el cielo? Pues caerás hasta el abismo.
Tras el paso de Jesús por estas ciudades citadas por el evangelista San Lucas, se pone de manifiesto el sentir de Dios, cuando a pesar de Sus tantas manifestaciones de júbilo por Sus palabras y signos, aparentemente la mala memoria se apodera del pueblo.
Lo que Jesús lamenta es la incredulidad de estas ciudades y su poco empeño en poner en práctica Sus enseñanzas. Toma un momento y vuelve a leer la cita anterior poniendo tu nombre en lugar de los nombres de las ciudades, pensando que en lugar del lamento contra Corazaín, Betsaida y Cafarnaún, Jesús se está lamentando contra tu incredulidad, porque a pesar de las bendiciones que Dios ha puesto en tu vida estás ciego(a) ante Su amor por ti.
Detente un momento en tu agitada vida, mira los detalles que en ella han transcurrido, míralos con detenimiento, y lograrás reconocer la obra del Señor pues toda nuestra vida está marcada con el sello de Su amor divino. El Señor desea ver un cambio en tu vida, que cambies como eres con Él, como eres con tu prójimo. Descubre todo lo que Él ha hecho por ti y encontrarás la felicidad que tanto buscas, encontrarás la paz que te hace sentir en calma en cualquier momento de dificultad.
Ábrete al amor que Dios te brinda. Mira en lo profundo de tu historia, y en el latir de tu corazón hallarás el amor de Dios por ti. En el aire que respiras, hallarás el amor de Dios por ti. En el hermano que te saluda y sonríe contigo, hallarás el amor de Dios por ti.
Recuerda que fuiste creado(a) por el amor de Dios... ¡ya es hora de que respondas a ese amor! ¿No te parece?
Comentarios
Publicar un comentario