¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan el impuesto de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de verduras y descuidan la justicia y el amor de Dios! Eso es lo que hay que observar sin descuidar lo otro. ¡Ay de ustedes, fariseos que buscan los asientos de honor en las sinagogas y los saludos por la calle!
Lucas 11, 42-43
En esta cita Jesús critica en tono de amenaza, denunciando el pecado de los fariseos para moverlos a la conversión. Aquí debemos poner nuestro nombre en lugar de la palabra fariseo, porque también por nuestros pecados murió Jesús en una cruz, porque también nosotros por lo externo, por lo mundano, hemos descuidado la justicia y el amor de Dios.
Mientras demos mayor importancia a lo que no lo tiene, a las cosas del mundo, y no exaltemos las cosas de Dios no podremos crecer en santidad. Hoy en día, así como en los tiempos de Jesús, se insiste en las cosas que son insignificantes, descuidando las que son centrales a la fe. Los cristianos debemos concentrarnos en lo que es esencial, sin descuidar ni perder de vista las cosas más pequeñas, porque el amor a Dios no se realiza sino en el amor al prójimo, no en el amor único a uno mismo.
Tómate un momento en el día y revisa cuáles son tus criterios y tus prioridades, cuáles son las cosas verdaderamente importantes para ti, pues de esto depende tu vida moral. ¿Estás cuidando de la justicia y el amor de Dios, o te preocupas más por cuidarte a ti mism@? ¿Quieres estar en primer lugar ante el mundo o en primer lugar ante los ojos de Dios?
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