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¡Tú eliges!

Ustedes han sido salvados por la fe, y lo han sido por gracia. Esto no vino de ustedes, sino que es un don de Dios; tampoco lo merecieron por sus obras, de manera que nadie tiene por qué sentirse orgulloso.
Efesios 2, 8 - 9
Biblia Latinoamericana

Con estas palabras, Pablo busca el impacto del contraste entre un antes (muerte) y un después (vida). Un antes, donde la solidaridad en el mal pone a todos en pie de igualdad, tanto en el pecado como en la responsabilidad ante las consecuencias del pecado y que afecta a la sociedad humana entera. Un después, en el cual la oferta gratuita de Dios reúne a los creyentes en una comunidad solidaria en la salvación. De manera que antes, de que Dios Padre enviara a su Hijo Jesucristo, vivíamos en pecado (estábamos muertos) y por razón de Su gracia divina, no por las obras que hacemos, hemos sido salvados (llamados a la vida) a través de la muerte y resurrección de Jesús que pagó el precio de nuestros pecados.

Y es así hermanos como mediante la fe somos salvos, es algo que ganamos por gracia de Dios y es concedido a cada uno por obra y gracia de nuestro Padre misericordioso. Nuestras obras no son merecedoras de esta gracia, no tienes por qué presumir cuántas veces visitas la Iglesia, cuántas veces vas a comunidad, si oras o no,…; esto es cuestión de reconocer la divina gracia de Dios todopoderoso y que en fe reconozcas que su Hijo Jesucristo murió en una cruz para que tus pecados sean perdonados.

Entonces, ¿qué esperas? ¿Vas a continuar en la muerte o te animas a reconocer por fe la salvación y a vivir en la gracia de Dios?

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