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Relación matrimonial a la luz de la Palabra

Las mujeres deben respetar a los maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer como Cristo es cabeza y salvador de la Iglesia, que es su cuerpo. Así, como la Iglesia se somete a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a los maridos.

Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, para limpiarla con el baño del agua y la palabra, y consagrarla, para presentar una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e irreprochable. Así tienen los maridos que amar a sus mujeres, como a su cuerpo. Quien ama a su mujer se ama a sí mismo; nadie aborrece a su propio cuerpo, más bien lo alimenta y cuida; así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su cuerpo. Por eso abandonará el hombre a su padre y su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. Ese símbolo es magnífico, y yo lo aplico a Cristo y la Iglesia. Del mismo modo ustedes: ame cada uno a su mujer como a sí mismo y la mujer respete a su marido.

Efesios 5, 22 - 33


El apóstol Pablo le habla a la sociedad machista de su tiempo en Efeso, en la que el esposo era dueño de su esposa.


Muchas personas interpretan erróneamente este llamado del apóstol como si estuviera referido exclusivamente a recordarle a la esposa que ella es inferior al marido y que debe someterse a su marido así como la iglesia se somete a Cristo.


¡Tremenda barbaridad!


Y la verdad es que el texto habla de someterse, también del esposo como cabeza y de que la esposa debe respetar a su marido en todo, pero cuidado. ¿Por qué cuidado? Porque, un texto sacado de contexto, es un pretexto que puede dar lugar a muchas cosas que nada tienen que ver con la enseñanza original.


Antes de mirar con detenimiento la enseñanza original que Pablo quiere transmitir a la comunidad de Efeso, debemos analizar un poco una palabra contenida en el texto, que a lo mejor a ti, tanto como a mi, nos suena como el golpe de una lata: “someter”, en especial cuando se utiliza dentro del contexto del matrimonio.


Cuando escucho la palabra someter, dentro del contexto actual, me llegan a la mente otras palabras que aparentemente ilustran o ejemplifican, casi de una forma gráfica, el significado de someter.


Palabras como:

  1. Subyugar.

  2. Dominar.

  3. Doblegar.

  4. Domar.

  5. Avasallar.

  6. Tiranizar.

  7. Sujetar.

  8. Controlar.

  9. Rendir.


Y si tomamos algún texto de lo que Pablo le dice a los machistas de la sociedad a la que se dirige y lo sacamos de contexto, automáticamente pudiéramos pensar que él está otorgando una autorización para que los hombres puedan violentar a sus esposas e incluso sentirse con el derecho de hacerlo. 


¿La pregunta es, te imaginas a un apóstol de Jesús autorizando eso?


Entonces, necesariamente tenemos que entrar en el contexto del texto para poder entender a que se refiere Pablo cuando dice “así como la iglesia se somete a Cristo, de la misma manera las mujeres deben respetar en todo a los maridos” (Efesios 5, 24). 


En primer lugar el Apóstol pone como ejemplo una iglesia (cuerpo) que se somete a Cristo (cabeza) y no que Cristo somete a su iglesia (La cabeza no somete al cuerpo).


La pregunta es, ¿por qué la iglesia de Cristo se somete a Cristo?


La respuesta más corta es: por amor y gratitud. 

Amor a quien siendo rey del universo fue capaz de entregar su propia vida a cambio del perdón de los pecados del mundo entero.

Gratitud por habernos redimido del pecado y así habernos reconciliado con Dios, haciéndonos coherederos del reino.


Entendiendo eso, ahora la pregunta sería la siguiente.

¿Qué mujer no sería capaz de respetar a su marido en todo de la manera como la iglesia se somete a Cristo, si su esposo la ama de la forma como Cristo ama a su iglesia?


Tomemos en cuenta que el apóstol era un observador de la palabra y que su concepto de “someter” estaba más apegado al de Génesis 1, 27 - 28.


Y creó Dios al hombre, a imagen de Dios los creó; varón y mujer los creó.

Y los bendijo Dios y les dijo: 

-Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los animales que se mueven sobre la tierra”.


Sería una locura pensar que Dios creó al hombre a su imagen, solo para darle la instrucción de “subyugar, avasallar, tiranizar, etc...” todo cuanto había en la creación.

Eso no tiene sentido.


Todo lo contrario, en Génesis 1, 27 - 28 Dios expresa su gran amor por el hombre, entregándole la administración de su obra maestra,  por tanto, el hombre creado a imagen de Dios, se complace en someter la creación amorosamente, se deleita en ella, la cuida y la preserva. Al mismo tiempo que la creación sirve como medio de preservación para el hombre. El pasaje desvela la expresión del amor trinitario.


Es con ese sentido de amor trinitario que el apóstol Pablo presenta el amor entre marido y mujer. Dios que en su infinito amor, le entrega al hombre una ayuda idónea para que la ame y le dé un trato digno por ser un don de Dios, esa ayuda idónea que es la esposa, se complace en respetar a su marido en todo y se ocupa de él, ese amor recíproco a su vez es una ofrenda agradable a Dios, que habita entre ellos, porque Dios es amor.


Se hace necesario y oportuno que el apóstol presente esta analogía de amor a una sociedad en la que está predominando el machismo, en donde el marido ve y trata a la esposa como una cosa, una propiedad material, carente de dignidad.


Te invitamos a compartir este estudio bíblico y a reflexionar sobre el matrimonio a los ojos del espíritu santo y a luz de la palabra de Dios.


Dios te bendiga.




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