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Jesús eucaristía


Jesús eucaristía: alimento de amor

Extracto del libro de bolsillo Jesús en la eucaristía por San Alfonso María de Ligorio

 

De la comunión

  • Riqueza y excelencia del sacramento

La eucaristía encierra al mismo Dios. Este alimento divino nos transforma en la naturaleza de Cristo.

El efecto principal de este sacramento es conservarnos la vida de la gracia. Así, este pan celestial conserva la vida del alma, que es la gracia de Dios.

  • Preparación doble

Inmediatamente antes de comulgar, aun cuando hayas hecho ya la meditación, debes avivar más expresamente la fe, la humildad y los deseos.

  • La fe, pensando quién es el que vas a recibir.
  • La humildad, pensando quién eres tú, que vas a recibir en tu boca y en tu pecho a un Dios infinito: “Señor no soy digna de que entres en mi casa”.
  • Los deseos, este pan del cielo quiere que se tenga hambre de él; cuanto con más apetito se le recibe, más gracia produce.

  • Acción de gracias

Después de la comunión, procura entretenerte con Jesucristo cuanto puedas.

  • ¿Por qué no comulgas? Algunas excusas y la verdadera razón

  • Excusas

      • Yo no lo hago porque me reconozco indigno:
        Si esta razón valiera, hermano mío; la conclusión debería ser que no puedes comulgar nunca. Dices que no te crees digno; pero, ¿no sabes que cuanto más te apartes de la eucaristía, más indigno te haces? El que comulga con frecuencia es más humilde, porque reconociéndose más enfermo, acude con más frecuencia a buscar el remedio de sus males.
      • Es que yo no sé si estoy en gracia de Dios:
        ¿Qué esperas para saber que estás en gracias de Dios y acercarte a comulgar? ¿No te basta la palabra del confesor? En las palabras del confesor, que hace las veces de Dios, no puede haber engaño.
      • Yo no me decido a la comunión frecuente porque caigo en los mismos pecados y no veo enmienda:
        Si no tienes afecto a tus pecados, ni los sueles cometer plenamente deliberados, sino que, por el contrario, deseas adelantar en la perfección, entonces obedece sin réplica al confesor. Cuanto más enfermo te reconozcas, más debes buscar el remedio que se te ofrece en la comunión. Dices que no ves enmienda; y si no comulgas ¿te enmendarás?
      • Yo me siento distraído, frío, sin devoción:
        El que se abstiene de comulgar por falta de fervor, se parece al que no quisiera ponerse junto al fuego, para calentarse, porque tiene frío.
      • Yo no comulgo por no dar que hablar a los demás:
        Hay dos clases de personas que deben hacerlo: los  perfectos y los imperfectos. Los perfectos, para conservarse en la perfección; los imperfectos, para ver si consiguen llegar a ella; los fuertes, para no hacerse débiles; los débiles, para hacerse fuertes; los  enfermos, para recobrar la salud; los sanos, para no ponerse enfermos. Los pecados no deben alejarnos de la comunión, sino empujarnos más hacia ella, pues en el sacramento encontramos remedio para nuestras miserias.

 

De la comunión espiritual

Consiste en un deseo ardiente de recibir a Jesucristo sacramentado.

  • Efecto y modo de hacerlas

Comienza por un acto de fe, creyendo firmemente que esta Jesucristo en el sacramento; haz un acto de amor, al que añadirás el arrepentimiento de los pecados; un acto de deseo, invitando a Jesucristo a venir a nuestro corazón para hacerlo todo suyo, y un acto de agradecimiento, como si ya lo hubieras recibido.

En oración o visita al santísimo sacramento, hacer oración de arrepentimiento, meditar, prepararse para la comunión, abrir la boca como si en realidad tomara la hostia.

 

De la visita al santísimo sacramento

¿Qué se hace delante de Jesús sacramentado? Se agradece, se ama y se piden gracias.

  

  • Fórmula para la comunión espiritual

Creo, Jesús mío, que Tu, Dios vivo y verdadero; estás en el santísimo sacramento; te amo con todo mi corazón y porque te amo, me arrepiento de haberte ofendido. Ven dentro de mi alma, que suspira por Ti. Te abrazo, amor mío, y me entrego toda a Ti; no permitas que vuelva jamás a separarme de Ti.

 

  • Oración a Jesús sacramentado

Te adoro, Jesús mío, en el santísimo sacramento del altar. Eres el mismo que un día sacrificó por mí Su vida divina en la cruz, y ahora, por amor mío también, estás encerrado en el tabernáculo como en una prisión de amor.

No quiero ya separarme de tus pies; quiero visitarte con frecuencia. Tu presencia me dará fuerzas para desprenderme de todo afecto que no sea para Ti. Tu proximidad me acordara la obligación que tengo de amaros y de recurrir siempre a Ti y quiero recibirte con frecuencia en la comunión, para amarte cada vez más y unirme cada vez más íntimamente contigo, amado Salvador mío. Te amo, ¡Oh Dios escondido de la eucaristía! Por mi amor te quedaste siempre en ese altar; por amor a Ti quiero estar siempre a Tu lado; quiero que me tengas aquí clavado Tu amor. Así, Jesús mío y todo mío, estaremos, como espero, siempre juntos: durante mi vida en esta casa, y durante la eternidad en el paraíso.

¡Oh María, madre mía, ruega a Jesús por mí, y alcánzame un gran amor al santísimo sacramento!

Amén.

 

 

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